Se presentó el Plan de Acción contra las Violencias por Motivos de Género del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Poner en marcha este plan de acción nos fortalece, colabora en caminar en la construcción de una sociedad más justa, más igualitaria y con menos niveles de discriminación y violencia.
Comparto esta reflexión y el repudio, una vez más, a la violencia machista, mediática y política.
La violencia política de género es una de las tantas formas de violencia que sufrimos mujeres y disidencias a lo largo de la historia. Violencia que se entrelaza con las otras que vulneran nuestro derecho a la participación política: violencia física, psicológica, sexual y económica que coartan nuestra posibilidad de acceder a los puestos de mayor poder y cargos donde se toman las decisiones. Pero llegamos. Somos legisladoras, presidentas, secretarias generales, ocupamos cargos directivos…y es entonces cuando los enquistados en el poder de siempre, sienten peligrar el sistema patriarcal y recurren a los artilugios más bajos. Utilizando los medios de comunicación amigos, las redes sociales manejadas por invisibles ejércitos de trolls que reproducen los mensajes hasta el hartazgo (o hasta que queden bien grabados en las cabezas permeables) para ningunearnos, aplastarnos y silenciarnos reproduciendo concepciones sociales estereotipadas, utilizando expresiones de odio y violencia hacia nosotres.
La cultura patriarcal dominante que modela identidades y formas de participación en la sociedad se manifiesta en estereotipos que siguen siendo efectivos a la hora de reproducir la desigualdad. La vara machista es la que sigue midiendo los discursos y las acciones. Los feminismos, a fuerza de lucha, historias silenciadas y encuentro entre compañeras, llegaron para romper esa vara y desafiar esa cultura, por eso su discurso suele ser estigmatizado e incluso ridiculizado.
Las expresiones violentas hacia la Vicepresidenta y hacia una legisladora porteña por nombrar sólo algunos casos resonantes y públicamente conocidos en las últimas semanas son apenas muestras de lo que nos sucede cuando decidimos que nuestra participación en política deje de ser decorativa para convertirse en accionar que lleve a la transformación de la realidad.
En este punto podemos sumar otra dimensión a nuestro análisis. Patriarcado y neoliberalismo van de la mano. Los ataques antes mencionados apuntan contra la mujer política al tiempo que lo hacen contra un proyecto político. En una estructura social patriarcal en que la mujer sirve a los fines de consumo, reproductivos y de trabajo invisibilizado que sostiene al resto del sistema laboral (como sucede con las tareas de cuidado), pararse frente a los grandes poderes corporativos, ante los poderes institucionales establecidos, plantear proyectos de ley que regulen la vida de todxs y hacerlo además en representación del pueblo es una afrenta imperdonable a los ojos de quienes pretenden la continuidad de un modelo de país basado en la exclusión, la meritocracia y la invisibilización de gran parte del pueblo. Representa un peligro para los pilares machistas que aún sostienen el sistema patriarcal neoliberal.
Como actoras políticas que somos, no podemos permitir que nos sigan atacando. Es necesario denunciar estas prácticas cada vez, desnaturalizar el agravio, el acoso y toda forma de violencia poniéndola en evidencia y tornándolas inaceptables. La violencia contra las mujeres en política también plantea un serio desafío para la democracia, los derechos humanos y la igualdad de géneros. No podemos retroceder en la conquista de derechos. Ni tolerar que se ataque a una sola compañera, porque esa es la forma del patriarcado de rechazar a la mujer libre. Porque la lucha feminista es irrefrenable. No daremos un paso atrás, porque sin feminismo nacional y popular no hay justicia social.
Alejandra M. López
Secretaria General
SADOP Capital
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