Cuando los vínculos se rompen y se instala el conflicto, es importante encontrar las vías de resolución que salvaguarden a las partes. Esta idea parece no ser contemplada por el presbítero Julián Ces, representante legal del Inst. San Vicente de Paul del barrio de Mataderos, quien ante los reclamos reiterados de un docente con más de 27 años de antigüedad en su cargo no tuvo más respuesta que el despido incausado y arbitrario poniéndole fin a una situación que, al parecer, le incomoda.
Como organización sindical SADOP Capital tiene claro que ningún monto indemnizatorio resarce el daño emocional, afectivo y psicológico de lo que implica un despido y la consecuente pérdida del recurso para la subsistencia de un trabajador. Todo esto sin tener en cuenta el valor, como trabajadores y trabajadoras docentes, que le adjudicamos a formar parte de un proyecto educativo del cuál fuimos actores en su construcción. Vemos con preocupación la instalación de prácticas metodológicas recurrentes que siguen atentando contra la estabilidad laboral.
Por otro lado, cabe destacar que este tipo de escuelas funcionan con el subsidio económico del Gobierno de la Ciudad, quién transfiere los recursos para pagar los salarios docentes.
Es entonces cuando nos replanteamos si una institución que puede solventar despidos de trabajadores y trabajadoras merecería recibir aportes económicos de parte del Estado ya que los mismos son financiados por todos y cada uno de los que habitamos la Ciudad de Buenos Aires.
¿Dónde queda la construcción de ciudadanía responsable que debe desarrollarse en las escuelas? ¿Cuál es el mensaje que se pretende enviar a sus trabajadores y trabajadoras con la ejecución de estas decisiones?
Les pedimos al Presbítero Julián Ces y a las autoridades del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires que reflexionen para corregir los actos de tan triste y penosa situación:
¡Exigimos la inmediata reincorporación del docente Ricardo Guchea despedido de su puesto de trabajo!