Hace más de 20 años, un grupo de docentes y yo comenzamos a trabajar en El Jardín de la Cuadra. En ese momento, todas trabajábamos sin importar horarios, o tareas a cumplir. Había pocas inspecciones y el trabajo en negro era corriente, con un mínimo de horas con los aportes correspondientes. Pero todo esto formaba parte de un sistema de contratación “formal”. Es decir, el trabajo en negro era, de algún modo, “legal”. Paulatinamente comenzamos a reclamar lo que nos correspondía. Así, fuimos logrando cambios, luego de mucho dialogar y luchar. Pero todas estábamos en la misma situación: éramos docentes extra programáticas, trabajando en un jardín que se encontraba con inscripción en trámite.
El tiempo pasó y después de mucha labor conjunta, el jardín creció, y las inspecciones también. Se bancarizaron sueldos y la situación de la institución escolar cambió. Se incorporaron algunas salas a la enseñanza oficial, por lo tanto comenzaron a haber docentes que trabajaban dentro de la planta funcional y otras que seguían en la misma situación que hace 20 años: siendo extra programáticas. Aunque todas continuamos trabajando para el mismo jardín.
Ahora bien, para que una institución obtenga un crecimiento continuo, es necesario el trabajo en equipo, y allí todas cumplimos, realizando la misma tarea. En ese sentido, en el de las obligaciones, no existe división del trabajo entre quienes están dentro o fuera de planta, pero en lo que respecta a los derechos adquiridos, como vacaciones, licencias, antigüedad y salarios, la brecha es considerable y notoria.
A la hora de las respuestas, los empleadores simplifican la situación en “No te corresponde, pero te hago el “favor” de concederte el permiso, cuando se puede”. Necesitamos que nos corresponda, porque no deben existir en la docencia rangos diferenciadores entre trabajadores de primera y de segunda, que es como actualmente nos sentimos. En relación a las paritarias, las docentes extra programáticas estamos en otro acuerdo, que no es mediático ni promocionado.
La sociedad cree que cualquier docente que se desempeña en una institución privada, percibe un sueldo superior. Esta percepción es errónea y debe cambiar. ¡Basta de docentes iguales en las obligaciones, pero diferentes en los derechos!
Necesitamos estar unidos, junto a SADOP para que este cambio que tanto queremos comience a cumplirse. Confío que el desafío está planteado, pero aún falta el compromiso de todos los que creemos que es posible cambiar la situación.