Por Federico Díaz
Docente Instituto Schiller
Afiliado a SADOP Capital
Hoy las tintas, ya todas electrónicas, se vierten en su mayoría en escritos sobre la Revolución ocurrida el 25 de Mayo de 1810. Emerge en ese hecho el protagonista principal que la historia oficial ha pretendido ocultar: el Pueblo, aquel que afirmó con fuerza que podía gobernarse a sí mismo.
El protagonismo popular de las jornadas del mayo revolucionario se observó con claridad en el triunfo en las elecciones en el Cabildo Abierto del 22 de mayo. Como sucede normalmente, la legitimidad que otorgan las votaciones nunca es suficiente, por lo que el Pueblo aseguró el triunfo con la movilización popular en la plaza histórica aquel mediodía del 25. No obstante, en los años subsiguientes, las minorías oligárquicas se rindieron ante los designios su nuevo amo, Gran Bretaña, y trabajaron en dirección opuesta al proyecto revolucionario. Desde el nacimiento de la Patria se libra una larga lucha que todavía continúa.
El dilema en la historia del pueblo argentino no ha cambiado desde entonces: liberación o dependencia. Muchos procesos políticos han sucedido con avances y retrocesos, pero aquel que intentó con más fuerza romper las cadenas fue el peronismo. Desde su nacimiento en 1945, el Pueblo se encontró en el centro de la escena ya que, por una parte, fue el que se sublevó y llevó a Perón a lo más alto de la función pública y, por otra, fue partícipe y beneficiario directo de un modelo de país guiado por un nacionalismo popular sustentado en los principios de independencia económica, soberanía política y justicia social.
Estas políticas hicieron que las potencias neocoloniales y las oligarquías nativas vieron frustrados sus planes y derrocaron al gobierno peronista en 1955. Hasta que el Pueblo recuperó el poder pasaron 18 largos años de dictaduras y gobiernos semi-democráticos, que intentaron acallar a sangre, fuego y proscripción los anhelos de las mayorías.
Sin embargo, tras intensas luchas populares que lograron la vuelta de la democracia y el regreso de Perón del exilio , el Pueblo reconquistó el poder el 25 de mayo de 1973 con la asunción como presidente de Héctor Cámpora, candidato del Frente Justicialista de Liberación. Meses más tarde, en un complejo contexto político, triunfó Perón en las elecciones con una abrumadora mayoría, reflejo del apoyo del Pueblo que volvía, con él, al poder.
En las tres décadas siguientes, el Pueblo padeció la desaparición de 30 mil compatriotas y la implantación de un modelo de país que lo condenaba a la misera. En esos años, se impuso el aún vigente estatuto legal del coloniaje con la enajenación brutal del patrimonio nacional, la consiguiente desindustrialización y entrega de la soberanía en múltiples frentes. Empero, el Pueblo, que fue deliberadamente empobrecido con estas políticas y que dio reiteradas muestras de valentía ante los atropellos constantes, colmó su paciencia y en diciembre de 2001 protagonizó el estallido social que cambió la historia nuevamente.
Poco después, también un 25 de mayo asume la primera magistratura Néstor Kirchner con un 50% de argentinos y argentinas bajo la línea de pobreza, mientras la gran mayoría de los responsables del genocidio seguían caminando por las calles. Las políticas de la „Década Ganada“ apuntaron a la recomposición de la Patria tantas veces diezmada. En esos años, el Pueblo consiguió recuperar protagonismo y se fortaleció notablemente a través de organizaciones y agrupamientos de distintos sectores. Esta organización le permitieron ser actor clave para evitar que las minorías que llevaron a cabo una política de entrega a los designios de los poderes economómicos en el período 2015-2019 no continúen en el gobierno y se constituyera un frente bajo la premisa de „poner de pie a la Argentina“.
El discurso de asunción de Kirchner pronunciado aquel memorable 25 de mayo de 2003, guarda plena actualidad y es importante recordarlo como hacemos con las luchas populares en la historia que proyectaron una Patria grande y un Pueblo feliz.
„No he pedido ni solicitaré cheques en blanco. Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales. Pero sé y estoy convencido de que en esta simbiosis histórica vamos a encontrar el país que nos merecemos los argentinos.
Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo.
Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra.
Muchas gracias. ¡Viva la patria!“