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Medidas y sanciones de otros tiempos

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Una vez más el GCBA interviene en el sistema educativo con fines políticos electorales, utilizando, como excusa, la educación de niños, niñas, niñes y adolescentes para ocultar el verdadero debate que es el presupuesto y las políticas educativas sostenidas en el tiempo.


El lenguaje es importante porque influye en nuestra percepción de la realidad y así responde, a su vez, a la necesidad de habilitar los procesos sociales que necesitamos nombrar. No es inocente defender su status quo.


El lenguaje inclusivo (o no binario) ya es hablado por algunos sectores de nuestra sociedad, más allá de la comunidad educativa. Debemos recordar que el lenguaje es patrimonio social e histórico, que siempre ha sido un territorio de disputa para las luchas contra las opresiones y violencias. Por lo tanto, cualquier discusión al respecto será saldada por el pueblo.
Por eso, la prohibición refleja que el Ministerio de Educación del GCBA no pretende dar el debate, sino polemizar siguiendo la lógica de la grieta. Anulando así toda la riqueza de la dinámica natural de les hablantes, más allá de que, en lo personal, cada une entienda y acepte, o no, el uso del lenguaje inclusivo.


Intentar Prohibir o imponer una determinada forma de hablar además de inútil no resuelve los problemas de enseñanza y aprendizaje.


En los primeros años de este siglo, el lenguaje inclusivo surge en el contexto de las luchas por los derechos de las mujeres y las identidades diversas. Impulsadas principalmente por la fuerza de la juventud. Son elles quienes nos interpelan en las aulas y somos nosotres, como docentes, les que tenemos el compromiso con la educación como un espacio de transformación social, con la educación en derechos. No es casual que se intervenga en este espacio.


El lenguaje inclusivo es visibilidad y reconocimiento para todas las identidades. Como también, es deconstructor de un sesgo patriarcal histórico en la manera de nombrarnos.


Sancionar a docentes que utilicen el lenguaje inclusivo en las aulas a través de métodos de delación que responden a lógicas policiales no solo es antiético sino que va en contra del precepto de libertad de cátedra conquistado en la reforma universitaria de 1918.


Alejandra López
Secretaria General
Consejo Directivo
SADOP Capital