La escuela Palermo Sounder (A-840), que pertenece a la sociedad anónima Hartley Shannon, ha participado del mundo educativo desde hace más de una década y media. En todo ese tiempo ha cambiado de nombre y de modalidad, la última optada y las que nos compete es la de ser un secundario con orientación musical. Para ello, la institución se desdobla en el bachillerato en el turno mañana y los talleres musicales en el turno tarde. En ambos turnos los docentes sufrimos un constante desprecio por nuestro trabajo. Las irregularidades son de índole económica, pedagógica y administrativa. Con respecto a la primera de las recién mencionadas, lo más significativo es que la institución abona los sueldos docentes con una diferencia del 40% y 50% (variando según los casos particulares), en desmedro del bolsillo de los trabajadores; además, los descuentos que deben realizarse se efectúan de forma incorrecta y arbitraria, lo que convierte a la escuela en deudora, no solo de los docentes, sino también del estado. A esta situación se suma la conducción pedagógica contraria a todo intento de mejorar la educación, llegando hasta la inexistencia de un gabinete psicopedagógico en la escuela; ausencia que la institución no está dispuesta a subsanar por considerarlo un “gasto”.
Ante las diversas propuestas de mejoras expresadas en reiteradas ocasiones por los compañeros docentes, con la intención de llevar adelante un trabajo digno, la conducción de esta institución tuvo como respuesta unívoca una rotunda negativa. Con este panorama, algunos docentes acudimos al sindicato para poder dar sustento teórico a nuestros reclamos y un marco práctico- político que nos permita llevar adelante una lucha más que justificada. Por esta razón es que hacia fines de 2013 se realizó la elección en el colegio, que dio como resultado la designación de quienes escriben, Sergio Urtubey por el turno tarde y Santiago Bahl por el turno mañana, como delegados gremiales. Desde ese momento los ataques hacia el cuerpo docente fueron constantes: desde “aprietes” y tácticas apuntadas a amedrentar a los trabajadores hasta el canallesco acto de despedir a una docente por cumplir con dos requisitos inexpugnables para la justificación de este acto: El reclamar por un salario digno y el encontrarse cursando un embarazo.
Bajo estos ataques constantes, los delegados, el cuerpo docente y el sindicato respondimos con medidas que reflejan los principios de justicia, camaradería y respeto por la profesión elegida y el constante deseo de mejorarla.
Todavía falta bastante camino por recorrer, los reclamos que sostuvimos desde el primer día de nuestra movilización continúan y aún las respuestas que recibimos siguen siendo la opresión y el silencio; pero la totalidad de docentes en lucha sabemos que con unión, fuerza y convicción podemos hacer llegar a buen puerto nuestros reclamos.