Las tradicionales fiestas de fin de año pueden ser una oportunidad para renovar el contacto con familiares y amigos; una buena forma de culminar este año tan particular en donde lo vincular ha tenido características atípicas, tanto en modalidad (el apogeo de la virtualidad), como en frecuencia (la disminución o, en algunos casos, la excesiva presencialidad a las que nos obligó el aislamiento).
En relación al tema, nos ha parecido oportuno recordar algunos consejos para poder transitar las festividades sin poner en riesgo a nuestro núcleo afectivo más próximo y a la comunidad en general.
En principio y al cursar las invitaciones, no estaría de más recordar a los asistentes la necesidad de extremar los cuidados en los días previos a la reunión y por supuesto, la no conveniencia de concurrir si estuvieran con síntomas compatibles con COVID – 19 o hubieran estado en contacto reciente con personas enfermas o sospechosas de estarlo.
Quizás pueda plantearse, para este año, la posibilidad de reuniones más pequeñas y de menor duración que las habituales. Las mismas pueden ser complementadas con tantas conexiones virtuales como se desee. Uno de los legados de esta pandemia es el reconocimiento de que la tecnología puede “acercarnos” y ser un paliativo razonable ante la imposibilidad o poca conveniencia de tener un contacto físico masivo directo. Este punto debería ser tenido especialmente en cuanta, cuanto mayor sea la circulación viral (contagios diarios detectados) en la comunidad en donde uno resida o en aquella de donde provengan nuestros potenciales invitados.
Sería ideal que la reunión presencial se realice en lugares abiertos como jardines, patios, terrazas o galerías; si ello no fuera posible, habría que procurar que el espacio esté bien ventilado.
Por esta vez, podría plantearse la posibilidad de disponer varias mesas en vez de la clásica mesa común familiar, esto podría ayudar a no estar tan “amuchados” y consecuentemente a mantener un mayor distanciamiento entre los comensales. Los expertos recomiendan el uso de mascarillas mientras no se esté comiendo o bebiendo.
Los utensilios a usar (platos, vasos, cubiertos) deberían ser individuales y sería prudente evitar un menú tipo bufé para disminuir el factor contacto con cubiertos, bandejas y ensaladeras y disminuir las aglomeraciones. También, a tales fines, convendría nombrar encargados específicos de tareas; es decir: el que sirve la comida, el que levanta los platos, el que limpia la vajilla, etc. Al respecto, cuanto menos gente en movimiento involucrada en cada tarea, mejor.
Por otra parte recordemos que no se recomienda el uso de aires acondicionados ni ventiladores.
En los sanitarios y en distintos sectores del lugar de reunión tendríamos que tener disponibles alcohol en gel y toallas descartables para el aseo continuo de manos.
La música siempre es una buena acompañante, en este caso se recomienda que el volumen de la misma sea lo suficientemente bajo como para evitar que la gente tenga que elevar su voz para hacerse entender. Si bien se recomienda que la gente no cante, una alternativa podría ser hacerlo, si se desea, en un espacio abierto y aumentando el distanciamiento físico.
Para el consabido brindis, elevar las copas en vez de chocarlas y aunque sea difícil, tratar de evitar los abrazos, al menos entre los no convivientes.
Finalmente, comprendemos que algunas de estas sugerencias serán difíciles de cumplir, intentemos de todas maneras encontrar un equilibrio entre lo “académicamente correcto” y lo factible, para poder disminuir el riesgo de contagio.