Las historias presentan múltiples facetas que nos hacen descubrir que la dinámica de las opciones que se toman está configurada en los pliegues pincelados, no sólo de los encuentros personales o grupales, sino también de las conductas políticas que resumen los consensos, las negociaciones y las luchas en defensa de los intereses de los sectores en pugna.
Como sindicato participamos, principalmente, de estas características. Y en particular de todo lo que hace referencia a la situación de los docentes, de gestión privada, en los diferentes niveles de la Ciudad de Buenos Aires.
Si nos detenemos en el ámbito universitario. podemos observar un escenario variopinto que contiene en un mismo combo situaciones llamativamente ambiguas y contradictorias. La firma del primer Convenio Colectivo</strong>; la homologación de un Acta Acuerdo en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social; la firma de consensos con representantes patronales en mesas de negociaciones y el establecimiento de diálogos fructuosos, por una parte. Mientras que la otra cara de la moneda grafica, la continuidad de prácticas decimonónicas quebrantando derechos elementales de los trabajadores docentes, salarios indignos, pagos en negro, un avance lamentable de maltrato laboral, el intento extemporáneo e ilusorio que busca desconocer la representación gremial del SADOP, a pesar de la resolución 680/2009 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y de los fallos de la Justicia Federal sustentando la misma., y, finalmente. un sin número de prácticas desleales y de pequeños obstáculos y dilaciones que pretenden sumarse al desgaste de lo que se ha logrado.
Este caleidoscopio, nos muestra la complejidad del tema y la ebullición en la cual se encuentra el nivel. Como podemos apreciar la quietud no es la virtud del momento. Los representantes patronales también desarrollan su táctica. No hay que ser ingenuos cuando vemos que se implementan dilaciones, ninguneos y amenazas; o cuando se insiste en el imaginario de lo imposible y de las malas noticias para sembrar el agobio y la frustración ante los reclamos. Receta vieja, si las hay, que da resultado cuando un grupo social-sectorial no tiene memoria de sus luchas, del camino recorrido y de lo conseguido. Pero lo que es verdaderamente importante es que todo lo pretendido no ha hecho más que avivar el fuego de la militancia de los docentes universitarios.
Ante esta situación no se puede más que insistir y profundizar en la organización del sector. Cimentar el vínculo de los grupos y desarrollar una política que tenga como parámetro final la obtención del Convenio Colectivo. Los pasos que se van dando son la innegable concreción de ese camino. La esperanza se da espacio y contundencia en los resultados positivos de las esperas, que, aun las más pequeñas, adquieren su verdadero significado y dimensión por ser una anticipación real de lo que está adviniendo.
El desafío sigue siendo, ir por más. Para ello, surge como una condición necesaria que los universitarios nos configuremos como un sujeto colectivo. Tenemos probado, por la diacronía de lo vivido que sin el protagonismo de los involucrados no se pueden realizar grandes cambios. Llega el momento de atrevernos, a ser creativos, a tener registro del otro, a cultivar el bien común de los docentes universitarios, y a tomar conciencia de la potencia que generamos.
No hay grupo social, ni individuos sin contexto. Tampoco hay juegos neutros. Entonces tengamos en cuenta que estamos ante un guiño de la historia; puesto que las circunstancias actuales son un giro que apela a nuestra responsabilidad y que nos invita a estar a la altura de lo que exige nuestro presente. Esta llamada nos conmina a tener en claro que la lucha es de todos y que trabajamos para dejar asentado que no toleraremos el pisoteo a nuestra dignidad de trabajadores de la educación, pilar fundamental de un proyecto de País Justo, Inclusivo, Democrático y Soberano.