“Fijemos nuestra posición incorruptible e indomable frente a la oligarquía. Los trabajadores deben confiar en sí mismos, y recordar que la emancipación de la clase obrera está en el propio obrero”.
Juan Domingo Perón, 10 de Octubre de 1945
¡Cuántas miradas distintas se intentan hoy sobre el acontecimiento del 17 de octubre de 1945! La que vamos a intentar es parcial, apasionada, y decididamente confusa. Es la mirada exclusivamente dada desde el Movimiento de los trabajadores, que ese día tomó identidad, adquirió la madurez de los que, en medio de las tinieblas, perciben la luz.
¿Qué sucedía en aquellos días? Internacionalmente, la llamada 2º Guerra Mundial estaba cerca de su fin. La Argentina se mantenía neutral, pero la cercanía de un final a manos de los llamados Aliados para algunos analistas de la época, exigía una respuesta. Entre ellos, el entonces Coronel Perón, que alentó la ruptura de Relaciones con el llamado “eje”, lo que hace el General Ramírez el 26 de enero de 1944. Para Estados Unidos no era suficiente, y tampoco para los sectores aliadófilos de nuestro país. La renuncia del General Ramírez el 25 de febrero y su reemplazo por el General Farrell no mejoraron la situación interna.
El Coronel Perón fue designado secretario general del General Farrell sin abandonar la Secretaría de Trabajo, y en la cual seguía sin prisa y sin pausa, lo que se había propuesto: “nuestra Patria necesita cambios radicales que no es posible introducir de golpe dado los enormes intereses creados en todos los círculos del país, en especial en los políticos y los militares dominados como usted sabe, por una poderosa minoría oligárquico-liberal-mercantilista”(al General Franklin Lucero).
El 7 de julio Perón es designado Vicepresidente (antes se había hecho cargo del Ministerio de Guerra) y el 27 de marzo de 1945 se firma la declaración de guerra al Eje, lo que permite que el 4 de abril se firmara en México el Acta Final de Chapultepec. El 9 de abril Gran Bretaña, Estados Unidos y las demás repúblicas americanas restablecían relaciones con nuestro gobierno, lo que facilitaría nuestro futuro ingreso en las Naciones Unidas.
El 6 de julio Farrell anunció elecciones, para dar fin a la etapa militar de la Revolución del ‘ 43.Y comienzan distintas posturas frente a las mismas: la aparición de Braden (embajador de Estados Unidos), la marcha de la Libertad y de la Constitución el 19 de setiembre (250.00 participantes, con carteles de Mitre, Rivadavia, Urquiza, Sarmiento; en el frente aparecían Rodolfo Ghioldi, Pedro Chiaranti, Ernesto Giudici, Juan José Real, Alfredo Palacios, Santamarina , Pinedo), el intento de Revolución del 24 de setiembre en Córdoba.
Mientras tanto, algunos militares no perdían de vista a Perón, que continuaba atendiendo a los trabajadores pese a la agotadora tarea desarrollada en el ámbito político (Vicepresidente, Ministro de Guerra, Secretario de Trabajo).
Los hechos se precipitan: el 9 de octubre el coronel Ávalos se subleva en Campo de Mayo, exigiendo la renuncia de Perón. Y el mismo día renuncia Perón a los cargos de Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo, dispuesto a no interrumpir el proceso eleccionario iniciado por Farrell.
Perón se despide el día siguiente de los trabajadores (en una tarima en la Calle Perú, frente a la Secretaría de Trabajo). Ante unas 70000 personas, les aclaró que dejaba firmado el aumento de salarios y sueldos, además de implantar el salario móvil, vital y básico.
Ávalos no se queda conforme: inmediatamente ordena la detención del Coronel y su traslado a Martín García, mientras la CGT buscaba un interlocutor válido ante las circunstancias, sin lograr repuestas ni en el General Ávalos ni en el Presidente Farrell.
El 16 se reúne el Consejo Confederal de la CGT, para decidir si se realiza la huelga general propuesta por varios sindicatos. La discusión es larga: a varios dirigentes les es difícil convocar una huelga por un militar (desde el 10, varias organizaciones políticas piden “a la Corte, el gobierno a la Corte). Al final de la noche se aprueba la huelga para el 18.
Pero ya es tarde: los trabajadores, de por sí, los trabajadores se empiezan a convocar en la Plaza de Mayo (en las provincias en las Plazas principales). No van en orden, no destrozan nada, van en una sin igual alegría. Saben por qué: “Queremos a Perón”. Silban a la cerrada Casa Socialista, a Crítica, a la Prensa.; gritan “Patria si, colonia no”, y “aquí están, estos son, los muchachos de Perón” entre tantos estribillos que sonaban con nueva música a los oídos de los espectadores.
A las 17 la plaza tenía por lo menos 100 000 personas, que seguían llegando a su cercanía. Solo La Época cuenta lo sucedido al salir los diarios vespertinos. La Razón, Crítica y Noticias Gráficas dan noticias diversas. Tanto Ávalos como Farrell hablan con Perón – que está trasladado en el Hospital Militar- Y a las 22.30 entra en la Casa Rosada, para hablar a las 23, ante una insólita multitud. (1.000.000? -La Época? 500.000 El Mundo?)
Las palabras son claras: quiero estar con ustedes… vuelvan al trabajo… sólo el pueblo defiende al pueblo. Acaba de demostrar el pueblo que la madurez había llegado, que la Revolución Justicialista comenzaba.