En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hay ciudadanos que viven en barrios que tienen de los más variados nombres. Almagro, Villa del Parque, Palermo o Recoleta. Cada uno de esos nombres remiten a una historia o mejor dicho a una identidad particular. Pero hay otros barrios y por ende otros ciudadanos a los que sistemáticamente se les niega ese derecho. Ciudadanos que para el estado de la Ciudad parecen de segunda clase. Los nombres de sus barios son para el estado y los medios de comunicación simplemente números, a veces, en combinaciones indescifrables. Villa 31, Villa 20 o Villa 1-11-14.
En el SADOP Capital defendemos la educación popular como constructora de sentido, de identidad y de futuro. En estos días los alumnos de la escuela pública de gestión privada Santa María Madre del Pueblo, obra del Padre Gustavo Carrara, apelaron a la técnica del muralismo para dejar su propia impronta en el barrio. Este proyecto, que contó con el auspicio y el apoyo del programa Murales Colectivos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, de la Corriente Nacional Martín Fierro y del SADOP Capital, se desarrolló en una de las paredes de ingreso al barrio.
Como dice el sitio web del Ministerio “Todo barrio tiene sus historias, logros y esperanzas y qué mejor que queden plasmadas en sus muros y paredes”. Qué mejor, agregamos, que lo hagan los habitantes de un barrio al que le niegan hasta el nombre.
Desde SADOP Capital defendemos a la educación como derecho humano y no como una mercancía. La calidad educativa solo será si lo es para todas y todos. La educación pública de gestión privada no es el enemigo de la de gestión estatal como nos quieren hacer creer los que simplifican la realidad. El estado es el responsable de la educación de todos y todas, cualquiera sea la gestión. Esa responsabilidad implica no solo financiamiento. Al financiamiento deben agregarse los más estrictos controles pedagógicos, financieros, económicos y laborales. En la educación pública de gestión privada estos controles, ejercidos por la DGEGP (Dirección General de Educación Privada, dependiente del Ministerio de Educación de la CABA), son al menos deficientes. Estos controles son el paso insoslayable para generar circuitos que permitan arribar a la calidad educativa. Es imperioso también comenzar una exhaustiva revisión de los aportes estatales hacia la educación de gestión privada. Escuelas como la que nos ocupa reciben el 100% de subvención estatal y tienen cuota 0 (cero). Aclaremos que no es la única escuela de la Ciudad en estas condiciones. ¿Le alcanza a esta escuela con el 100% de subvención? ¿Por qué no podemos pensar en un poco más para brindarle a estos alumnos verdadera igualdad de oportunidades? Verdadera justicia social.
El SADOP Capital está dispuesto a llevar adelante éste y todos los debates que ratifiquen estas líneas de pensamiento.
¡Felicitaciones por tan hermosa obra a los alumnos y a los docentes!