Mi experiencia institucional y de acercamiento a SADOP representa, como la de tantos otros docentes privados, un largo camino de conciencia, búsqueda y reconocimiento de derechos. Me llevó algún tiempo tomar la decisión de afiliarme al sindicato, ya que en el jardín Dulce De Leche, institución en la que trabajo hace 14 años, la relación con el personal directivo, y más aún entre los compañeros, es muy buena: somos un "grupo modelo".
No fue fácil discernir de qué manera afrontar con los dueños de la institución aquellas cuestiones en las que no estaba de acuerdo, aquellos derechos que reclamaba: vacaciones, días por estudio, licencia por enfermedad. Derechos que, está claro, nos corresponden como trabajadores de la educación.
En un momento determinado, otros factores comenzaron a pesar más. Uno de ellos lo representaban las vacaciones: en 2006 me habían puesto en planta, pero para poder gozar de mis vacaciones pagas necesitaba saber si quedaba efectiva o volvía la titular de la sala. En 2007 quedé embarazada y seguía en planta por un año más. En esa instancia, tomé conciencia acerca de mi derecho como trabajadora: mis tiempos serían otros y necesitaba vacaciones: ¡Me correspondían! La titular de la sala no volvería y el tiempo de prueba ya había pasado. Esperé que de algún modo la patronal tomara nota y contemplara esos puntos, pero no fue así: mi licencia por maternidad fue sólo por 3 meses, sumando mis días de vacaciones, en base a mis años trabajados. Como suele pasar en estos casos, no me animé a pedir lo que correspondía ya que los miedos me abrumaban.
Recién en 2009 decidí ponerme en acción: me asesoré en el sindicato, me afilié y entendí que gracias a los docentes es que los jardines funcionan, y que es importante que todos los maestros y maestras de educación preescolar comencemos a visibilizar nuestro lugar y a hacer valer nuestros derechos. Por eso, también hablé con dos compañeros que estaban en la misma situación que yo, para que juntos reclamáramos las vacaciones que a todos nos correspondían. Fuimos a hablar a la dirección sin éxito. Empezó entonces una batalla de entrecruzamientos en la que quedé sola. El empleador expuso múltiples excusas para negar el derecho de las vacaciones pagas, todas sin ningún tipo de fundamento.
Luego de varias charlas consecutivas y un telegrama de por medio, logré que me dieran lo que me correspondía: 42 días de vacaciones pagos. Por esto es que agradezco enormemente a SADOP, al grupo humano que lo compone, porque sin ellos, que fueron los que me guiaron y acompañaron, no me hubiese animado jamás. De hecho, gracias a mi insistencia, mis otros dos colegas también recibieron sus merecidas vacaciones.
Después de estos acontecimientos, otros compañeros se afiliaron y hoy incluso tenemos una delegada. Hemos logrado muchos avances, muchas irregularidades se han puesto en regla; hemos crecido, pero necesitamos seguir creciendo para continuar en la lucha por todo aquello que nos corresponde, porque la unión hace la fuerza.
Por eso, para hacer valer tus derechos como trabajador, aquellos que te corresponden legalmente, los que, por ignorancia o miedo, no osamos en preguntar, para no cortar el buen clima laboral o para evitar problemas, acercate a SADOP. Estar en el Sindicato no significa provocación, o presión, es solo una forma de respaldo a la hora de reclamar lo que es tuyo. ¡Animate!